Tenemos un paisaje con unos valores esenciales para todos. Nos da la vida a través del ciclo del agua, es sumidero de carbono y nos aporta otros recursos vitales como madera, leña, corcho, setas, caza y lo más importante de todo en estos momentos: empleo. Nuestros montes son la oportunidad, la solución y una de las respuestas a esta pandemia y otra que aún no ha sido designada como tal, pero que todos aquellos que vivimos de él y en el medio rural sabemos que está devorando nuestro futuro: el cambio climático. Se trata de una pandemia con una vacuna ya inventada pero aún no utilizada.

La capacidad de los bosques y montes es infinita y renovable por definición, siempre y cuando se les ayude a salir de este abandono social. Se necesita activar sus “antibióticos”, unos elementos capaces de generar un empleo sostenible y renovable, como son los denominados empleos verdes, vinculados a los aprovechamientos renovables circulares, como poder construir con madera, sin la necesidad de destruir y contaminar, así como poder generar energía a través de la biomasa, siendo una inversión rápidamente amortizable que además evitaría la lacra de los incendios.

Si se está viendo que el sector primario en el que nos incluimos es esencial para la sustentabilidad de todos, hay que posicionarse: somos el sector que puede descongestionar las ciudades y enfriar el planeta. Tenemos que unirnos todos los colectivos para plantear otro escenario basado en la sostenibilidad, tanto del empleo como de la economía. Los montes no solo son ecología, también son economía. Una economía sostenible y rentable, si de una vez por todas se valoraran los beneficios indirectos de los montes. Si se aportaran fondos para el mantenimiento y conservación de los montes, por la importancia que tienen para todos, nuestro sector sería el que podría generar mucha riqueza, no solo económica sino de futuro para el planeta.

Creemos que no es de recibo que los fondos que van gestionados a los montes se estén consumiendo en una burocracia que está conllevando el despoblamiento rural y el abandono de los montes, ni que desde una cultura urbanita se gestione y legisle sobre unos recursos que se desconocen. El monte se conoce andándolo y viviendo de él. Tenemos que estar unidos y organizarnos para que la sociedad y por consiguiente nuestros políticos, de una vez por todas, inviertan en futuro

Alejandro García Cid, un paisano serrano.