Adiós 2020, ¡hola 2021!

Por fin llega el final de este 2020 interminable. Si bien cada fin de año es común entre algunos hacer un pequeño ejercicio reflexión del año que toca a su fin y mirada hacia el que empieza, este año a buen seguro será un ejercicio colectivo y casi obligado a nivel mundial. A nadie va a dejar impasible este año negro que ha sacudido y hecho temblar todos nuestros pilares.

Para nosotros, 2020, iba a ser de todas formas un año dolorosamente inolvidable en la historia de nuestra familia. En febrero sufrimos la pérdida del creador de Quesos Sierra Crestellina, de nuestro padre, marido, hermano, amigo… Juan Ocaña.

No estábamos ni cerca de recuperarnos aún, cuando de la noche a la mañana el mundo paró, las calles se vaciaron, los restaurantes cerraron, los coches quedaron aparcados y con ello nuestro negocio se vio amenazado sin clientes en nuestra tienda, sin restaurantes a los que proveer, sin visitas a nuestra quesería, a nuestra granja, a nuestro mundo…

Nuestra labor, aunque dura y sacrificada, nos ofreció un salvavidas en una situación doblemente difícil para nosotros. Y es que estábamos obligados, aun asolándonos la pena o incertidumbre, a seguir con nuestro día a día, porque la naturaleza no tiene botón de pausa, ni entiende de pérdidas ni pandemias, y en nuestra granja, las cabras necesitaban seguir pastando, debíamos seguir ordeñando y transformando.

Este ritmo imparable, nos obligó a desarrollar nuestra creatividad para seguir dando salida a nuestros productos. Tal como Mahoma fue a la montaña, nosotros fuimos a nuestros clientes, y nos lanzamos a la calle a repartir de casa en casa a los de siempre y a nuevos vecinos que el confinamiento acercó a nosotros.

Juan Ocaña y Ana Mateos (Fotografía: J.C.Capel)

Pero con el mundo puesto patas arriba, con la pérdida de la piedra angular de nuestra familia y negocio, y desbordados por el nuevo día a día… inevitablemente tocamos fondo y nos vimos obligados a echar el freno y poner orden al terremoto personal y laboral que este año extraño estaba dejando a su paso. Y entonces, nos tocó hacer la reflexión del 2020 antes de tiempo.

Si bien ya antes éramos conscientes de nuestros puntos débiles, como vender online, llegar a más clientes, producir en ecológico, divulgar nuestra labor y valores, 2020 ha sido el empujón definitivo. Y agradecemos a todas aquellas personas más o menos cercanas que durante este 2020 y que con tremenda generosidad y cariño por nuestro proyecto nos han ayudado a ir tachando tareas pendientes. Al Ayuntamiento de Casares y sus técnicos por habernos ayudado a dar el salto a online. A periodistas como Javier Almellones o José Carlos Capel que nos han dedicado artículos durante nuestros peores momentos.  A Paco García de El Lago por creer en nosotros y dar a conocer nuestros productos. Y por supuesto a nuestros clientes, y a aquellos que ahora son amigos y que son embajadores de nuestros productos. Algo debemos estar haciendo medio bien para que muchos crean en nosotros y ondeen nuestra bandera. ¡Gracias de corazón!

¡Hola 2021!

Así que, habiendo realizado ya nuestro ejercicio de reflexión y habiéndonos puesto manos a la obra, nos encomendamos a este nuevo año con muchas ilusiones y proyectos que estamos deseando compartir. Entre ellos que, por fin en 2021 nos lanzamos a producir con sello ecológico, una de nuestras tareas pendientes y que suponen el broche final a una forma de hacer que ya veníamos practicando desde que comenzamos nuestra labor.

También en 2021 cambiaremos nuestra imagen de marca para que esté más actualizada a los nuevos tiempos y con la intención de que logre comunicar mejor nuestra esencia.

Cambios esenciales que nos ayudaran a trasmitir todo lo que para nosotros es vital: concienciar sobre la importancia de consumir productos naturales y de proximidad que son clave para el respeto a nuestro entorno y a nosotros mismos.

Así que a pesar de que 2020 haya sido un año difícil, preferimos quedarnos con lo bueno y proyectarnos en positivo hacia el futuro. Porque somos más de seguir avanzando que de lamentarnos y porque creemos que aprender y mejorar son tan esenciales como respirar.

Y, sobre todo, porque se lo debemos a Juan Ocaña padre, quien un día hace ya casi 25 años soñó a los pies de Sierra Crestellina con abrir una quesería. Se lo debemos a Ana Mateos, esposa, madre y maestra queresa sin la que aquella visión nunca se podría haber materializado.  Se lo debemos a las generaciones anteriores de nuestra familia, que con tanto esfuerzo y sacrificio creyeron en esta forma de vida y cuyos valores calaron profundamente en nosotros, la cuarta generación,  que pretende humildemente seguir engrandeciendo el sueño, ¡Acompañanos!

Juan Ocaña y Ana Mateos (Quesos Sierra Crestellina)